Catálogo de la Sala de Arte (1933)
Posted on June 21st, 2018
Fernández Ledesma
A pesar de que la crítica llegue a tener, en determinados casos la movilidad tornadiza de un gran banco de arena que se dispersa o se conforma nuevamente, de manera distinta, según de donde sople el viento, también puede contarse con opiniones serias que valorizan la existencia de una obra de arte, con la firmeza del juicio responsable y maduro. Entresacando casi al azar algunos comentarios, hemos querido recordar al público el interés apasionado, la atención fervorosa, que las Escuelas de Pintura al Aire Libre siempre han sabido despertar, por medio de su obra, que representa, para México, el primer paso precursor de lo que habrá de ser, dentro de poco, el total resurgimiento y afirmación de la pintura mexicana. En las exposiciones organizadas en varias ciudades de Europa y América, al ser conocidas por primera vez estas escuelas atrajeron, como era natural, la atención de la crítica, tanto por sus nuevos y honestos métodos educativos, como por los importantes resultados plásticos obtenidos con ellos.
Las viejas capitales de Berlín, París y Madrid están acostumbradas, desde hace más de un siglo, a ver desfilar continuamente, ante sus ojos, las expresiones de arte más diversas de todo el mundo. No podrá juzgarse pues, como una sorpresa debida a la novedad o al exotismo, el interés que encierran los juicios que se reproducen ahora.
Añadiremos que, como una prueba del positivo valor que significan las Escuelas de Pintura al Aire Libre solamente en México, han sido con frecuencia discutidas y atacadas, y constituyen el objeto de las más vehementes y contradictorias ideas.
Pero la experiencia concienzuda de esta obra, representada por todas las actividades plásticas, ha sido ejemplo y fuente de enseñanza no sólo para sus alumnos, sino para muchos artistas ya formados —viejos lobos de mar en el oficio—, que han ido a aprender, en las escuelas mismas, a preparar sus telas y a grabar en madera y en metal.
Los archivos de grabado de todas las escuelas, sólo esperaban una utilización editorial, que pronto llevará a cabo Ia oficina de Publicaciones y Prensa de la Secretaría de Educación Pública.
En el breve espacio de este folleto, sería imposible hacer aclaraciones a cada réplica ya de nuevo establecida, alrededor de las Escuelas de Pintura al Aire Libre, cuya importancia ha sido puesta en cuarentena, repetidas veces aun por los que, hallándose a un paso de ellas, ni siquiera las conocen. Tales aclaraciones serán motivo de próximos artículos de prensa.
Marzo de 1933.
Opiniones
En verdad, se nos han mostrado ya muchos dibujos de niños, y con nuestro apetito de primitivismo hemos querido encontrar en ellos cualidades de frescura y de emoción que al primer golpe de vista nos gustaron, pero que bien pronto nos cansaron por su monotonía. Nada de esto acontece con las obras de estos jóvenes mexicanos... Ellos logran, de un golpe casi, una especie de maestría que no atenúa, sin embargo, en nada su maravillosa espontaneidad. A pesar de que sean demasiado jóvenes, Io que hacen, muchas personas que pasan por «maestros no sabrían producirlo porque les falta ingenuidad, esta ingenuidad auténtica que desconoce obstáculos y se detiene por ejemplo ante un viejo muro para pintarlo ladrillo por ladrillo con una paciencia de mosaista, con una especie de fervor infatigable…»
Francis De Miomandre.
Le Bulletin de la Vie Artistique.
París, 15 de agosto de 1926.
Ningún título para estas telas, ninguna clasificación. No esperen ninguna recompensa. Y sin embargo, ¡cuántos nombres célebres vienen a la memoria ante estas obras francas, claras y sinceras!
He aquí un Cézanne, un Gauguin. Estas flores resplandecientes, ¿no están firmadas por Renoir? ¿Y por qué no atribuirlas también a Guillaumin?
La Semaine de París.
París, 6 de agosto de 1926.
Pero sobre todo, en cima altísima, en cumbre elevada lo que vale es la intención social del arte mexicano.
Es arte que nace del pueblo. No sufre estúpidas influencias burguesas. Dinámico, poderoso, revolucionario Es el alma de los proletarios, de los indios y de los mestizos. Agrio, duro, muchas veces desagradable a fuerza de sinceridad y arrebato. Arte del momento, de la hora trascendental. Rojo y negro, como las llamas y las cenizas de esa magnífica hoguera que se ha encendido en México.
Max G. Venero.
El Liberal.
Madrid, 1929.
No se puede dudar del porvenir artístico de un país que ha permitido tal eclosión. Si los resultados se van afianzando como Io comenzamos a ver conforme a las promesas, antes de poco tiempo, México tendrá un lugar considerable en las artes modernas.
Raymond Cogniat.
Revue de l'Amérique Latine.
París, septiembre de 1926.
Estamos llenos de confusión ante las doscientas telas de los jóvenes alumnos mexicanos cuya edad muchas veces no alcanza los doce años, y que, al cabo de tres meses y a veces de uno, han encontrado el arte -el verdadero- a través de su propia sensibilidad, sin valerse de ningún método académico y sin haber visto jamás ninguna pintura, ni aun clásica.
Añadiré que el Museo de Luxemburgo ha adquirido una de estas telas: un extraordinario paisaje, vibrante y luminoso, en el cual la precisión del detalle no impide la grandeza de la visión.
RS.
Revue du-Vrai et du Beau.
París, 26 de agosto de 1926.
Una inteligencia medianamente culta, con especialidad gustadora de las artes plásticas, advertirá’, repetimos, en las pinturas que aquí se ofrecen, las cuatro o seis grandes corrientes a que otras tantas personalidades artísticas europeas entregan sus esfuerzos. Aquí Cézanne, aquí Matisse, aquí Dufy, aquí Campendom, aquí Pechstein…
Por camino distinto, en horas diferentes, los mismos poderes realizan parecidos Ofrecimientos.
Las leyes a que estas pinturas son fieles, son las leyes a que la plástica pura atiende, a que sirve la plástica en su más justa aspiración.
Si conseguimos para España Io que estos niños mexicanos muestran con su labor, habremos recibido de ellos la lección más firme, habrán infiltrado en nosotros los frutos de la revolución estética que algunos solitarios apasionados queremos para España.
Gabriel García Maroto.
De una conferencia leída por su autor.
Madrid, Diciembre de 1926.
Calificaba ayer de «ejemplaridad plástica» a la Exposición actual de Arte Mexicano en el Palacio del Retiro.
Del conjunto brota indudable unidad. Unidad que sonríe y atrae, que torna afable, asequible, el esfuerzo de los que quieren comprender la razón étnica de sus instintos, bajo la acción reveladora de los artistas sensibles, consagrados a educar sin falsear.
Nada hay de europeo -iba a decir de occidental- en las pinturas, en las esculturas. Escasas reminiscencias, si acaso, en las xilografías. Todo respira un afán de integridad consustancial a la tierra nativa, a Io aborigen, desnaturalizado durante siglos por la influencia colonizadora.
Se piensa en evocaciones egipcias, persas, índicas. En el restablecimiento de contactos pre atlánticos. Hay como una revolución mística para recobrarse a sí misma en este retroceso cimentador.
Todo ello es un anuncio de futuro. A comentar la posibilidad que adivinamos para lo por venir consagrare’ mi próximo artículo.
José Frances.
La Nación.
Madrid, 18 de julio de 1929.
Nos agradaría que nuestros premios de Roma y también sus profesores fuesen a visitar esta exposición y que comprendiesen su significación. Entonces, muchas cosas que les parecen capitales se afirmarían en su propio valor; especialmente en el oficio, el famoso oficio que ellos enseñan tan mal con sus famosas recetas que han escamoteado a los difuntos. Entonces su obsesión no sería tal que matara todo su sentimiento.
René Jean.
L'Humanité.
París, 2 de agosto de 1926.